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Mostrando entradas de julio, 2007

Sobre la muerte, sobre Dios y sobre el Paraíso (un post acerca del Festival de Jazz de San Javier) II

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- Dios - Hay varios tipos de conciertos. Están los malos. Luego hay algunos que son buenos. Los hay también que valen la pena. Están los que marcan un antes y un después. Están los que te elevan a una categoría de éxtasis. Y, finalmente, están los que te llevan a un orgasmo de sexo y muerte. Aquella noche, ante Dios (o ante Wynton Marsalis ) no me quedó más remedio que hacer una genuflexión para venderle mi alma, mis miedos, mis deseos, mi pasado, mi presente y mi futuro. Había oído de Mr. Marsalis que era “excesivamente academicista”. Había oído que “dejaba frío a su público”. En resumen, había oído demasiadas gilipolleces. Porque, aquella noche, ante Dios, lejos de quedarme fría, mis entrañas entraron en una combustión espontánea. Lejos de parecerme en exceso academicista, Wynton Marsalis me pareció en exceso tremendo, en exceso extraordinario. - Arcángeles – Un músico, que además de trabajar, disfruta, ríe, goza, con su trompeta en la mano, o su saxo, o su contrabajo… es un buen

Sobre la muerte, sobre Dios y sobre el Paraíso (un post acerca del Festival de Jazz de San Javier) I

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Sí, esa soy yo. Y sí, ese que me abraza es Wynton Marsalis. - Dios - Anoche vi a Dios. En algún momento de la tarde, debí tener un accidente mortal (aunque de eso no me acuerdo). Mis constantes vitales entraron en tiempo de descuento hasta que, ahogadas en una lucha perdida, me dejaron marchar hacia el túnel de luz y el purgatorio. Yo no sabía que estaba muerta. Explico esto porque, mientras me ganaba la noche, yo no era muy consciente de estar viviendo mi expiración en el más allá. No fue hasta algún tiempo después que supe de mi muerte, de paraísos diversos y de la existencia de Dios. - Arcángeles – Anoche vi a Dios, pero no estaba solo. Cuando mi alma se presentó ante él, no desnuda pero sí escotada, le acompañaban catorce arcángeles. Se hacían llamar la Lincoln Center Jazz Orchestra . Y Dios usaba el apelativo de Wynton Marsalis . Yo, entonces, tampoco sabía que estaba ante mi juicio final. Así que cuando se me saltaron las lágrimas con una partitura del legendario John Coltrane ,