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Mostrando entradas de junio, 2006

Cuando no puede ser una mera casualidad

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En la película “Maridos y Mujeres” , el personaje de Jack ( Sydney Pollack ), al separarse de su mujer, empieza a salir con una profesora de gimnasia. Woody Allen , que quiere dejarnos claro que es rematadamente tonta y que su único “encanto” es un culo prieto, la pincela como vegetariana y creyente en astrología, horóscopos y todo tipo de chorradas subyacentes. Pero, o la constelación de Venus se ha alineado esta noche con el vigesimosegundo satélite de Urano, o no entiendo qué ha pasado esta noche, ni mucho menos por qué. Quizá debería empezar por el principio (perdonen, siempre vuelvo un poco alunada de los conciertos) Erradizo y yo habíamos quedado en ir a ver a un saxofonista polaco del que no habíamos oído hablar en nuestra vida. Pero el Populart siempre es una opción y nos apetecía descubrir cómo soplan los músicos de Varsovia (aunque a lo mejor éste nunca ha estado en Varsovia). Pero, oh sorpresa, oh estupefacción, oh agilipollamiento facial, el Populart , que no cierra nunca

Lo bueno

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Lo bueno de vivir en una esquizofrenia vital es que, cuando vienen los "altis", me siento C'est si bon , me siento como si "El Hombre" , al fin, "Fly Me To The Moon" ... Lo bueno de vivir en esta esquizofrenia es que hay días como hoy, en los que todo funciona y encaja, en los que me siento feliz, perdón, Feliz y el jazz se vuelve la droga perfecta (aún más, necesaria) que acompaña en este viaje tan terriblemente "alti". Lo bueno de vivir en esta esquizofrenia existencial es que, a veces, como esta noche, la persona a la que amo me dice que todo empieza a salirnos bien y esta vez decido creérmelo. Y de pronto, el arcoiris por el que llevo arrastrándome casi veintiseis veranos, deja de tener tonos grises. A veces pasa que una se deja el cinismo y la angustia perdidos en las notas de una canción o en los "te quiero" de un hombre. Esta es una de esas noches. ¿No lo oís? Fly me to the Moon ... (Escuchadla, pulsando en el cuadro negro, y

Y, entonces, nada más existe

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A ti también te ha pasado, lo sé. Si no, no habrías acabado en este blog. Comentaba uno de mis blogueros favoritos, en un post genial , (post que le plagiaré para cualquiera de mis proyectos onanistas o literarios) que él no se fía de la gente a la que no le gusta la música. Yo tampoco. Y, por extensión, no confío en la gente a la que le gusta (o dice que le gusta) cierto tipo de música. No confío en los tontilocos que cambian de gustos a cada temporada, según van variando los número uno de los cuarenta. Yo no podría vivir sin música. O, al menos, no podría sobrevivir sin ella. La vida no es, como dicen Coelho o Bucay (ambos deberían estar muertos), un paraíso para ser disfrutado. La vida tiene sus altibajos. Y aunque hay momentos en los que te sientes el puto centro y otros en los que te esconderías a dos metros bajo tierra, las más de las veces es tediosa, aburrida y temible. Por eso, la música es tan importante. Gracias a ella, me evado y se me dibujan carcajadas. También gracias a

Correspondencia pendiente I

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Querida Marilyn Monroe : ¿Quién eras cuando él recogía el reloj de tu mesilla de noche y, tras detenerse en sus agujas con la mirada ya ensayada, te decía “es tarde, nenita, tengo que irme” ? Quiero decir que sé que, unas horas antes de eso, cuando le seducías para que se metiera contigo en la cama, entonces, eras Marilyn . Pero, cuando él se iba de tus sábanas sudadas para meterse a hurtadillas en las sábanas de Jacqueline … ¿quién eras entonces? ¿Eran las entrañas de Norma Jean las que se rompían a pedazos? Necesito que me digas que sí, necesito saber que también tú maldecías ese momento y escondías tu rabia en la sonrisa de rubia tonta. Querida Marilyn , cuando veías que todo el mundo te mitificaba, presionándote para que siempre tuvieras la palabra vacía y la alegría estúpida que contagiara sus mediocres vidas de banalidad… ¿en ese momento, mi querida Norma , no te entraban ganas de aullar el odio que habías ido comprimiendo en tus escasos ciento cincuenta centímetros de soledad? D

La Big Band de Jerry González

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Anoche me hicieron dos regalos. El primero, el dvd por el que nos batimos, en un duelo dialéctico, José Miguel y yo. El segundo, una invitación para la presentación del último disco de Jerry González , “Music for Big Band”. Recibí el correo electrónico el viernes. Erradizo me decía que tenía una entrada de sobra para el evento y que, si me apetecía, era mía. No me gusta quedar con gente a la que he conocido a través de una pantalla de ordenador. No me siento cómoda. Quizá porque todos, por mucho que digamos lo contrario, nos escondemos tras un nick y nos inventamos, en él, al alter ego que siempre quisimos ser. Quizá es que haya demasiados trolls habitando en las tres w. El caso es que, esta vez, en lugar de poner una excusa tonta, me eché al ruedo y dije: “sí, quiero ir contigo”. Así que, anoche, sobre las 20.30 horas, empecé el ritual de preparación. Y es que, al jazz, una no va de cualquier modo. Todos los rituales tienen sus preparativos. En los funerales, una se pone el traje n